Desde antes de las fiestas navideñas hay algo que no hago y que empiezo a echar de menos. En algún sitio leí que la clave para ser feliz es hacerse un regalo cada día. Entiéndase por regalo no sólo cosas materiales, por ejemplo, si un día llegas cansado de trabajar y tienes una montaña de ropa por planchar, el regalo de ese día podría ser olvidarse de la ropa. Ignorarla e invertir ese tiempo en algo dedicado a ti.
Bien, todo esto para deciros que mi regalo después de una tarde con niños revoltosos, solía ser el paseo más el café y la escritura. Es decir, salir del cole, olvidarme de las tareas pendientes, coger mi libreta y pasear por mi ciudad sin pensar en nada rumbo a una cafetería. Esos paseos en solitario en los que pareces invisible a los ojos de los demás, en los que respiras el alma de tu ciudad y pierdes la mirada en su gente, sus edificios, escaparates y ambiente... En los que pareces formar parte del tiempo que haga, te conviertes en gota si llueve, en un ser gris si está nublado esos son los que me gustan de verdad y me provocan adicción.
Cuando llego a la cafetería siempre me acuerdo de J. K. Rowling, de la que me declaro admirador y con la cuál me identifico nada más pedir mi café con leche y sacar de la mochila me libreta y mi boli.
El aroma a café tostado y humo, el murmullo de la gente, el tintineo de las tazas y vasos y el frío de la calle, me ayudan a crear una atmósfera inigualable para crear. De verdad, las mejores páginas de ETREUM nacieron en cafés. Es algo que os recomiendo de corazón. ¡Ah! Si tenéis la oportunidad hacedlo de madrugada. No, no estoy loco. Hace ya algunos años, me levantaba a las 5:00 para llevar a mi hermana a trabajar. Fue una época en la que yo aún no había encontrado trabajo después de acabar la carrera. Una vez desperezado ya no quería volver a casa a dormir. Aparcaba el coche en la playa, me abrigaba bien y salía a ver amanecer acompañado por el rumor de las olas. Después continuaba andando. El mercado está cerca del mar en Badalona, es una zona bastante comercial y los primeros puestos y los compradores más madrugadores se ponen en marcha temprano. Por esa zona compraba el periódico y volvía a perderme a la espera de que mi cafetería favorita abriera las persianas.
Por mucho que conozcáis vuestra ciudad, ésta cambia según la hora del día. Siempre habrá un nuevo detalle que os habrá pasado desapercibido y que sólo se puede descubrir en instantes precisos. A mí me pasó y me pasa. Una especie de gárgola, una calle por la que nunca habíais pasado, un nuevo establecimiento, una de esas puertas absurdas que no llevan a ninguna parte...
Tras el paseo a leer el periódico obnubilado por el aroma del café y un buen croissant de chocolate. Evidentemente, la mañana se puede alargar, la ciudad se despereza y acude a ti la historia que te ocupa. Es el momento de retomar la escritura.
Sin regalos así no sería nada. La vida es bella, pero en nuestras manos está el hacerla aún mas bella y se necesita tan poco...
¿Cómo lo hacéis vosotros?
Saludos, amig@s.